Sobre mí
Yo creía que ser abogada me haría feliz.
Sin embargo, la amargura y la frustración se fueron acumulando, hasta que llegó un día en el que sentí que la única salvación sería no despertar.
Entonces, un día, Aretha, mi gata se acostó en mi pecho y me miró a los ojos, y sentí como si me dijera: "Te sientes así porque no estás haciendo lo que te hace feliz".
Me recordó cuando era niña y recogía perros callejeros para cuidarlos, y eso me daba ganas de vivir.
En mi quinto año de Derecho decidí cambiar de carrera, y después de unos años me gradué como técnica veterinaria y adiestradora de perros.
Cuando entré en este campo, me di cuenta de que ningún centro ofrecía servicios a un solo perro a la vez, así que trabajé intensamente para crear un espacio de 110 metros cuadrados junto a la playa, completamente dedicado a un solo perro, donde somos felices.